Si el fútbol fuera cuestión de lógica todo el mundo sería del Barça o del Madrid, pero el fútbol es ante todo pasión y en el caso de los pericos una pasión irracional, en sentimiento inargumentable.
Si se cerrase la fábrica de la Opel o la de la Renault, pese al drama del paro que provocaría, se manifestarían sólo aquellos a quienes les afectase la drástica medida, sin embargo, y si bien es cierto que mayoritariamente los clubs son sociedades anónimas deportivas, cuando bajaron de categoría, por razones extradeportivas, el Sevilla y el Celta, Andalucía y Galicia salieron a la calle e hicieron temblar las estructuras del poder.
Los sentimientos ni se miden ni se racionalizan, aunque a veces, en muy contadas ocasiones, se encarnan. Raúl Tamudo ha sido la máxima expresión del sentimiento españolista. Nadie como él ha encarnado lo que somos: mezcla de orgullo y humildad, fuerza, pasión y espíritu de lucha, además de ser el jugador más importante de nuestra historia.
No sé quién tiene razón, si él o el Club, pero los abogados sabemos que a veces, aún teniendo razón, ésta no debe ejercitarse para defender y preservar un interés mayor.
Dani, que nos ha llevado hasta el nuevo campo de Cornellá, no debe pasar a la historia como el hombre que hizo que nuestro jugador más emblemático saliese por la puerta de atrás. La historia españolista no le perdonaría ni le absolvería nunca.
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