Tamudo jugó sus cartas aun sabiendo que el club había roto la baraja 24 horas antes. Era una partida imposible. De primeras, sus argumentos sorprendieron: "No me he querido ir. Mi deseo es retirarme aquí. Firmaré mi renovación si me la ofrecen". Tamudo no equivocó lo que quería decir. Se ciñó exactamente a lo que deseaba. El problema es que el corazón se le volvió a salir de la caja y acabó pasando uno de los peores días de los últimos años. ¿Pero se quiso ir o no?, se preguntarán. Dicen en el club que podrían demostrar "con argumentos más importantes" la verdad del caso. ¿Se refieren a un documento? No hay un papel firmado ni por Tamudo ni por Tomás Durán, su agente, que demuestre el deseo del delantero por irse. Y las palabras se las lleva el viento.
A sí que Tamudo optó ayer por pedir la renovación, aun sabiendo que es imposible que eso suceda. Encontró que era la mejor manera para que le dejen tranquilo hasta final de temporada, o hasta que se marche. Y si en algún momento se la ofrecen, la firmará. El fútbol tiende a la locura y, si Maradona puede ser seleccionador argentino, nada es imposible ya. En fin, que Tamudo, que volverá a quedarse en silencio, espera ahora su oportunidad para jugar y terminar una temporada, la última suya como perico. Él -por cierto, el único que ha defendido la camiseta del Espanyol en Sarrià, Montjuïc y Cornellà-El Prat- no tiene ni intención de retirarse. Tiene tres años más de fútbol, lo que le llevaría a ser profesional hasta 2013.
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