4 nov 2009

El caso Tamudo divide al pueblo españolista

Desde aquel martes y 13 en que Tomás Durán dejó caer la bomba de fragmentación denunciando que a Tamudo se le estaba "desplazando poco a poco", el españolismo vive en una mezcolanza de malestar, desasosiego y debate sobre su icono. No han pasado ni tres meses de la muerte de Dani Jarque, y el mundo perico vuelve a la convulsión, sin apenas tiempo de gozar de su flamante estadio o de su prometedor inicio de Liga. Y es que el caso Tamudo pasa por ser el seísmo blanquiazul de mayor magnitud que ha sacudido al club y su masa social desde el adiós a Sarrià. Guste o no, hablar de Tamudo, santo y seña de la era moderna del club, héroe blanquiazul por excelencia, se ha convertido en tema de controversia y división de la afición. En ese debate en la calle, La Vanguardia ha sacado el barómetro para medir la opinión de 10 destacados pericos.

¿Por qué esta crisis club-jugador? Pocos comprenden cómo se ha llegado a esta situación crispada que aireaba Tomás Durán denunciando que el Espanyol estaba abriendo la puerta a su representado, lo que el mismo Tamudo reafirmaba dos días después. Para los pericos que abiertamente toman parte por el jugador, los dirigentes del club son los claros responsables del conflicto por no saber cuidar a una de las figuras históricas de la entidad –como tradicionalmente pasó en el Barça con sus figuras, apostillaba Paco Flores–. "La responsabilidad principal es de la junta. El Espanyol nunca ha tenido demasiadas figuras en la historia, y Tamudo es una de las pocas grandes. Tener un problema con una de ellas denota una deficiencia de gestión de la directiva en la solución del conflicto", señala Josep Ramoneda, que apunta al presidente como culpable: "Por un ataque de celos, porque a Sánchez Llibre nunca le ha gustado que nadie sea más protagonista que él, el club ha hecho una campaña de desprestigio y de ataques contra Raúl".

En esa línea, Ferran Martorell –que se declara "disgustado y en desacuerdo con las dos partes"– considera que "el culpable es quien lo ha sacado todo a la luz: un directivo. Lo principal es que no debe haber ropa sucia, y si la hay, se lava en casa, porque se crea malestar y división en la afición".

Va más allá Paco Flores, el padre deportivo de Tamudo, quien lo hizo debutar en Primera en 1997: "¿Por qué se ha llegado a esto? Porque hay mucha gente que está contra Tamudo. Estoy harto de oír que es el cáncer del vestuario. Es una vergüenza que se diga eso del mayor jugador de la historia del club", se indigna Flores.

En el lado opuesto, los detractores del jugador públicamente son pocos. El runrún popular de que el ex capitán es pernicioso para el vestuario –corriente atribuida por algunos consultados a filtraciones de la directiva– lo verbaliza Carles Canut, quien no se oculta en recordar: "Hace tres años ya dije que Tamudo era el cáncer del Espanyol; él y sus amigos Luis García y De la Peña han hecho del vestuario su casa de campo". Los que así piensan, aun reconociendo que el 23 "ha sido el mejor jugador del Espanyol, un mito", se remiten al presente, al escaso rendimiento de los últimos tiempos y a los roces internos. "Hace tres años que se ha convertido en una pesadilla en el vestuario, en el campo y en el club. Hace tres años le tendrían que haber hecho un homenaje y cerrar su etapa en el club", sostiene Canut. "Si tiene problemas personales los ha llevado al trabajo", indica el actor. "Nunca me he creído las lágrimas de Tamudo. Son lágrimas de cocodrilo. Como actor, sé diferenciar cuándo un hombre llora de verdad".

Desde una óptica menos apasionada y con la perspectiva más objetiva de la historia, Juan Segura Palomares considera el conflicto un ocaso natural. "Cuando hay una figura que se ve como un símbolo, siempre surgen problemas de encaje cuando debe acabar su etapa. Lo de Tamudo es como el caso Di Stéfano: el Madrid continuó sin él y el jugador siguió su carrera en el Espanyol", señala el historiador perico. "El problema de Tamudo es que va camino de la última fase de su carrera y que no tiene un sustituto. Hace falta una transición tranquila, sin estridencias ni enfrentamientos", sugiere.

En el análisis de la crisis, hay sectores del españolismo que también señalan a la figura del entrenador, al que recriminan su inacción. Ramoneda lamenta que Pochettino "se haya puesto del lado de la empresa, y no del vestuario y el jugador. Esto, a la larga, lo puede pagar caro". Flores lanza un mensaje crítico: "Si estoy yo de entrenador esto no pasa. Ya me la quisieron liar con Òscar Garcia, y yo di la cara por el jugador...".

Llegados a este punto, ¿cuál es la solución? La directiva y el jugador buscan una salida negociada encaminada a una baja rápida. Así se acabaría la agonía. Es una de las opciones preferidas por el perico: amputar. "Sólo queda darle la baja sin condiciones", dice Ramoneda. "Es inviable que Tamudo vuelva a jugar en el Espanyol, hasta para el propio jugador, por la deriva deportiva que ha tomado. Lo mejor sería un acuerdo de rescisión y la escenificación de un adiós fent pinya", propone Alberto Fernández Díaz. Le secunda Canut: "Nunca más debería jugar en el Espanyol. Me gustaría que se le hiciera un homenaje para agradecerle los buenos años que ha dado al club. Y si no se puede, a esta persona soberbia y prepotente, bon vent i barca nova".

La fórmula del adiós con un homenaje es la que suscita mayor consenso, pero donde algunos ven un punto final, muchos otros ven una necesaria continuidad de Tamudo en el club con un cargo técnico. Para Carles Feriche, "como figura del españolismo, nunca puede salir por la puerta de atrás. La directiva es consciente de que es un icono y se le debe tratar como tal. Lo más acertado sería que Tamudo acabase su carrera deportiva aquí, y que le diesen un cargo; puede aportar muchas cosas". También lo cree Ferran Martorell: "Hay que hacerle salir por la puerta grande al acabar la temporada, no en el mercado de invierno como si fuese un saldo. Lo mejor sería olvidarse del asunto hasta junio, que se calme el vestuario".

Los que han dirigido un equipo saben que es una situación muy delicada aguantar a un jugador enfrentado al club. "¿Resolverlo sin dolor? El único dolor es el de Tamudo; el de los otros es sólo palabrería. Es inviable cualquier solución. ¿Con qué cara va a ver Tamudo al presidente o a los consejeros?", se pregunta Flores. "La mejor salida para él es que se le trate como un jugador de la plantilla, y si hay alguna oferta, que se le deje marchar, en el mercado de invierno o cuando sea", sugiere Javier Clemente.

Y Miquel Soler mira al entrenador: "Él ha de ser quien intente solucionar el conflicto para que no se convierta en un jugador tóxico para el vestuario y contamine al resto. Dirigentes y técnico deberían ver qué valor tiene o no Tamudo como jugador, como veterano, como integrador, como extensión del míster en el campo. O no: si es peor que se quede por el efecto disgregador que tendría. Pero si es verdad que tiene ganas de marcharse no hay que darle más vueltas". Sabia reflexión.

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